Conversaciones de tres expertas europeas sobre el proyecto de Oviedo para ser Capital Europea de la Cultura

El proyecto de Oviedo para convertirse en Capital Europea de la Cultura entra en un momento clave. Con el dosier prácticamente cerrado y la vista puesta en febrero, cuando llegará la defensa ante el jurado europeo, la candidatura afronta la recta final de su primera fase. Un momento decisivo que invita a preguntarse: qué significa realmente aspirar a este título y para qué sirve.

Esa reflexión centró el encuentro celebrado en el Club de La Nueva España, en el que participaron tres expertas internacionales: Cristina Farinha, evaluadora del programa Capital Europea de la Cultura; Paula Mota, exdirectora de Évora 2028; y Antonia Blau, directora del Instituto Goethe en Madrid. Moderado por la periodista Chus Neira, el debate coincidió en una idea clara: la capitalidad no es un premio ni un escaparate, sino un proceso de transformación profunda de la ciudad.

Cristina Farinha repasó la evolución de un programa que cumple cuarenta años y que hoy exige mucho más que una buena programación cultural. La capitalidad implica una estrategia sólida, participativa y con impacto a largo plazo, en la que la cultura actúa como motor de cambio urbano, social y económico. Ciudades como Lisboa, Oporto o Guimarães marcaron este giro, incorporando la regeneración urbana, la profesionalización del sector cultural y la implicación activa de la ciudadanía.

Antonia Blau destacó el valor europeo del programa, que sitúa a las ciudades y a sus habitantes en el centro del proyecto común. Su experiencia en Marsella 2013 mostró cómo la capitalidad puede servir para redefinir la imagen de una ciudad, reforzar su autoestima y reposicionarla en el mapa cultural europeo.

Por su parte, Paula Mota subrayó el componente colectivo de estos procesos, que requieren valentía para mirarse con honestidad y convertir las debilidades en oportunidades. En el caso de Évora, el proyecto nació de una escucha profunda del territorio y se articuló en torno a un concepto cultural compartido.

El encuentro dejó un mensaje especialmente pertinente para Oviedo en este momento del camino: más allá del resultado final, el verdadero valor de la candidatura está en el proceso. Un proceso que invita a pensar la ciudad, a implicar a su gente y a usar la cultura como herramienta para construir futuro. Ese trabajo, gane quien gane, ya está dejando huella.